Ecologismo de brilli—brilli

General 30 de marzo de 2020 Javier Mas
Javier Mas
Javier Mas Doctor en Historia Contemporánea

Andaba un amigo, o amiga (no vaya a venir la policía de género a detenerme) pensando si con esto del Covid19, que la plebe llamamos Coronavirus, el planeta iba a recuperarse. Adiós al cambio climático, a la desaparición de especies animales, adiós a la tala de bosques (la mayor parte llevada a cabo por el corrupto comunista, lo dice un juzgado, Da Silva en Brasil), adiós a la acumulación de plásticos en el mar, adiós al deshielo en los polos, adiós a la polución de las grandes ciudades, adiós a la … Hasta a mí me agota tal cantidad de adioses. Y parece que sí, que según esos pijos de salón dorado pagado con el dinero de todos, el planeta se va a recuperar. Los loros tendrán derechos y las algas podrán pedir un préstamo al banco sin avales.

Entre los argumentos que dan estos revolucionarios con paga extra y vacaciones en “resorts” está lo lógico. Bueno, lo ilógico. Bueno, no sé. Tampoco dicen nunca nada coherente. Imagino que han tenido en cuenta que la mayor fábrica industrial del mundo, China, se ha puesto ya en marcha, con sus desechos tóxicos vertidos a los ríos, sus deforestaciones, su contaminación medioambiental, su producción de plástico, su trabajo infrahumano… Sí, lo habrán tenido en cuenta, claro. Imagino que también habrán tenido en cuenta que la producción en África o la India tampoco se habrá visto afectada. Como tampoco la deforestación para campos de droga en países sudamericanos sometidos a milicias comunistas; imagino que han tenido en cuenta que el tráfico de animales que se fomenta en países muy muy muy muy democráticos como Corea del Norte sigue su trágica rutina para que los ecopijos tengan en Europa una serpiente de lo más mona; imagino que han tenido en cuenta que las guerras en el África Central no se han detenido, se extinguen a los gorilas y a los elefantes y se viola sistemáticamente a las mujeres por parte de soldados apoyados por China, Venezuela o Irán; imagino que también han tenido en cuenta que los pozos petrolíferos de Irán siguen en marcha, explotando el subsuelo terráqueo y llenando de infinitos productos químicos el Mar Caspio o el Mar Arágibo; imagino que habrán pensado en todo eso. Claro que sí, guapi.

Lo que es seguro es que el medioambiente se va a recuperar estos días porque algunas pajarerías van a cerrar. Incluso porque creen que la producción de leche va a bajar; porque todos estamos encerrados y no cogemos el coche (salvo los que están en el poder); yo diría también que porque las brigadas municipales no van a podar los árboles urbanos. ¡Qué gran alivio que estos aleccionadores de lo ajeno nos diviertan con sus teorías de la conspiración planetaria!

La historia nos ha dado a lo largo de los siglos cientos de iluminados que predecían el final del mundo por las más variopintas razones. Una de las que más calado tuvo fue la de Malthus, economista inglés que se atrevió a decir que el mundo no podría alimentar a la humanidad por su constante crecimiento. ¡¡¡¡Y lo dijo en el siglo XIX!!! La diferencia con los profetas actuales es que aquellos que predecían el final del mundo en el año 1.000 dC no los subvencionaba el Estado ni les hacía caso nadie. Hoy día, por desgracia, es al contrario: viven del Estado y gobiernan.

No se preocupen. El planeta va a seguir exactamente igual que antes del Covid19. Nada va a cambiar, entre otras cosas porque las estructuras temporales y espaciales de funcionamiento terrestre superan con creces la capacidad de observación de una, dos y hasta tres generaciones. Confinados como estamos, produciremos la misma cantidad de basura, si no más; la misma cantidad de luz, de agua, de gas; demandaremos la misma cantidad de carne o más, de leche, de lácteos; se usará la misma cantidad de pesticidas y se producirá la misma cantidad de dióxido de carbono. Eso sí. Igual tienen razón en una cosa: las especies animales van a tener un tiempo de tregua, ya que los ecopijos no comprarán nuevos terrarios para sus casas ni animales exóticos para sus chalets.

Como dice el anuncio, si a estas teorías de la conspiración capitalista les quitas las velitas, el cartelito y el brilli—brilli, se quedan como el emperador: desnudo. ¡Y nadie se lo dice!

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