Un film sin fallos

Crítica: La isla mínima

18 de abril de 2020RedaccióRedacció
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Font: Filmaffinity

Sin errores. Sin fallos. Cada mínimo detalle está cuidado en este film de Alberto Rodríguez. La película tiene más trama que acción. Este thriller de Alberto Rodríguez consigue atrapar al espectador con sus escenas bien cuidadas, un montaje perfecto para la época, las luces bien marcadas en cada plano y unos paisajes que no dejan lugar a la indiferencia, siendo más parecidos al Amazonas que a un lugar recóndito de Andalucía. El guión también tiene una función muy positiva en el film, con información necesaria para entender el argumento. Sin embargo, la gran confluencia de personajes puede llevar al equívoco en algún pequeño aspecto. 

El largometraje, cuyos protagonistas son Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo, está ambientado en los años 80, puede ser que incluso antes, en plena transición democrática y con unos personajes cuya personalidad está muy marcada. Juan, protagonizado por Javier Gutiérrez, es una persona afín al franquismo, con un modus operandi marcado por la dictadura y siendo el líder. En cambio, Pedro Suárez, protagonizado por Arévalo, es totalmente lo contrario, un demócrata con más capacidad de calma, observándose en varias escenas, donde esconde la cruz con las fotos de Hitler o mediante un primer plano con pintadas en favor de Franco, aunque a lo largo de la película esto entra en conflicto.

La ropa también tiene su influencia en el film. Ambos protagonistas llevan chaqueta marrón, pero varían en camiseta y corbata, llevando colores contrarios. Contrarios como su personalidad, tipificando así la clásica figura del poli bueno, poli malo. 

Por poner algún «pero» al largometraje me gustaría detallar varios aspectos sin significatividad, pero que pueden confundir y que me han llamado la atención. En primer lugar, la presentación de los personajes me parece que no acaba de estar clara, puesto que no conocemos sus nombres hasta más adelante pero sí su personalidad, aunque, como he detallado anteriormente, entra en conflicto en ambos protagonistas. En segundo lugar, la escena donde Juan sangra al mear, sin tener ningún sentido en la película. Seguidamente, la escena donde el guardia civil cambia la ropa de las víctimas que estaban en el río, convirtiéndolo en sospechoso por ello. Por último, el plano cenital que se da cada cierto tiempo del paisaje, otorgando un significado de cambio de escena o tiempo.

Por otro lado, Rodríguez hace un guiño al mundo del periodismo, ofreciendo un personaje cuya labor es informar y llega a tener cierta importancia en el film con el personaje de Arévalo, con una frase muy marcada: «Quiero saber algo que no sepa», en relación a querer contar información que nadie sabe. 

En resumen, La isla mínima es una película muy recomendable, cuya trama te engancha por todos los detalles tan cuidados que tiene en cuanto a planos, paisajes, luz, etc., acabando con una escena cuyo punto de fuga está muy marcado, el final de la carretera (escena clásica).  Los protagonistas realizan un gran papel por la época en la que viven, mediante el conflicto de violencia sí, violencia no y por el gran trabajo de contención que hacen con todos los personajes y momentos que se encuentran. En definitiva, La isla mínima, minimiza los errores.

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